domingo, 27 de marzo de 2011

El golpe de ariete

La destrucción de las partículas del ser, válvulas que han cerrado su paso, presión que golpea con una fuerza pretérita, desgarradora y sobrenatural. Un abominable golpe de ariete, catastrófica hecatombe del corazón. Por más que se intente huir, el suspiro de la presión alcanza todo lo visible y desgarra lo interior. Triste estallido del silencio. Pérdida del orden existencial. Las partículas flotan en un universo sin tiempo ni espacio; un universo inverso, el cual no es más que un sueño acéfalo, la destrucción de la realidad.

Noche

¿Qué fue esta noche?
Amargo sorbo del silencio
No recuerdo que ocurrió
Sencillamente fue un verso vacío.

Pretérito

El universo parecía infinito, millones de posibilidades,
Las llamas del sol rozaban los dedos,
La armonía fluía en un equilibrio eterno.
Todo pretérito. Pasado que devora
Como el olvido al tiempo.

El pasado se consume;
Nada quema, nada deja.
Lo pasado desaparece,
El olvido arranca sus últimas huellas.

(el silencio)

Las palabras desaparecen en cada momento. Tristes ojos verdes que susurran clemencia. El silencio que se manifiesta y el dolor que devora el tiempo. Mis palabras han muerto. Ya no existe nada por lo cual pueda recuperar lo que el viento ha dejado en el olvido. Ni las lágrimas, ni el fuego, nada quedan. Un fatigoso silencio, súbita muerte, ariete ha golpeado.

viernes, 21 de enero de 2011

El manto del olvido...

Olvidar. Borrar aquel pasado, dejar a la memoria en su propio silencio. Sin palabras, sin voz, nada que pueda evocar la presencia de su existencia, o lo que no fue, o lo que pudo haber sido. El olvido, fruto marchito de un árbol caído; sombra devastadora y silencio aciago, llevas en tu oscuridad los recuerdos más valiosos; los sueños y la memoria de aquel que creyó haber sido en otro tiempo.

Es nada. Tal como el viento sopla y trae tormentas, el mismo viento y su soplo alejan las nubes oscuras. Queda atrás el recuerdo. Queda atrás esa luz que parecía ser nuestra, donde los hechos del pasado podían ser presentes.

No queda más que olvidar, borrar aquello que fue vida y alguna vez una sonrisa. Dejar los fragmentos, el escarnio y el dolor. Quemar en lo más profundo del corazón dicho recuerdo; dejar que desvanezca en la sombra de una lágrima y así olvidar incluso quien fui yo.

Pareciera ser tan solo una burbuja, un falso conjuro o un engaño del vacío. No recuerdo la palabra, el último silencio se la ha llevado lejos, ha desaparecido, apagando lo que fue un brillante fuego azul.

jueves, 20 de enero de 2011

El tiempo y su delito

El pasado besó al presente. Su peor delito; involucrarse con otro tiempo. Dos tiempos confluían en un mismo momento, pasado y presente juntos en su delito amatorio. El pasado fue, estuvo y amó al presente. El presente es y está: su amor es el pasado. ¿Y cuál es el delito de amar a otro tiempo? El presente no lo entiende, su amor es eterno, mas, el pasado lo ha olvidado, como aquellos recuerdos que desaparecen y se vuelven nada en el silencio. El tiempo es como un río, mas alguien lo ha dicho; donde lo que fluye es el presente y las piedras conforman parte del pasado. Inmutables, hieráticas, no pueden ser sino aquello. El pasado se hunde en su propio tiempo.